domingo, 25 de octubre de 2009

EL SER Y QUEHACER DE LOS MINISTROS (ACÓLITO-LECTOR)
INTRODUCCIÓN ¿Qué es un ministerio? En la Iglesia y el ámbito de la liturgia, para nuestra concepción actual, un ministerio es entendido como un SERVICIO (servitium) que se ejerce o desarrolla para bien de la comunidad. De ahí que un Ministro que ejerce un Ministerio es un servidor de la comunidad. También se le denomina con el término Ministerio a los: officia (oficios) y los munera (funciones) Y se dividen en dos tipos: - Laicales y - Derivados del Orden Los ministerios pueden ser: - Instituidos - No instituidos
1.-EN CUANTO AL SER Y NATURALEZA DE LOS MINISTERIOS: A.- Los ministerios y los carismas: dones del Espíritu a la Iglesia. El Concilio Vaticano II presenta los ministerios y los carismas como dones del Espíritu Santo para la edificación del Cuerpo de Cristo y para el cumplimiento de su misión salvadora en el mundo. B.- Ministerios en la sagrada escritura: - 1 Pe 2, 4-10 - Jn 13, 14-15 - Ef 4, 1-7 La misión salvífica de la Iglesia en el mundo es llevada a cabo no sólo por los ministros en virtud del sacramento del Orden, sino también por todos los fieles laicos. Los pastores, por tanto, han de reconocer y promover los ministerios, oficios y funciones de los fieles laicos, que tienen su fundamento sacramental en el Bautismo y en la Confirmación, y para muchos de ellos, además en el Matrimonio.
Sin embargo, el ejercicio de estas tareas no hace del fiel laico un pastor. En realidad, no es la tarea lo que constituye el ministerio, sino la ordenación sacramental. Por otra parte, el sacerdocio ministerial, está esencialmente finalizado al sacerdocio real de todos los fieles y a éste ordenado.
C.- El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial La diferencia esencial entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial no se encuentra, por tanto, en el sacerdocio de Cristo, el cual permanece siempre único e indivisible, ni tampoco en la santidad a la cual todos los fieles son llamados. La diversidad está en relación con el modo de participación al sacerdocio de Cristo y es esencial en el sentido que mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el desarrollo de la gracia bautismal —vida de fe, de esperanza y de caridad, vida según el Espíritu— el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos. En consecuencia, el sacerdocio ministerial difiere en esencia y en grado del sacerdocio común de los fieles.
D.- El Lectorado y Acolitado son ministerios laicales. Los ministerios pueden ser confiados a seglares, de modo que no se consideren como algo reservado a los candidatos al sacramento del Orden. Pero la institución de Lector y de Acólito, según la venerable tradición de la Iglesia, se reserva a los varones. La colación de los ministerios no da derecho a que sea dada una sustentación o remuneración por parte de la Iglesia. Para los mismos candidatos, la dispensa de recibir los ministerios queda reservada a la Santa Sede.
2.- EN CUANTO AL QUEHACER: A).- Ministerio del Lectorado. El Lector queda instituido para la función, que le es propia, de leer la palabra de Dios en la asamblea litúrgica: Proclamará las lecturas de la Sagrada Escritura, pero no el Evangelio, en la Misa y en las demás celebraciones sagradas; Faltando el salmista, recitará el Salmo interleccional. Proclamará las intenciones de la Oración Universal de los fieles. Cuando no haya a disposición Diácono o cantor; dirigirá el canto y la participación del pueblo fiel. Instruirá a los fieles para recibir dignamente los Sacramentos (La Catequesis). También podrá, cuando sea necesario, encargarse de la preparación de otros fieles a quienes se encomiende temporalmente la lectura de la Sagrada Escritura en los actos litúrgicos. En la celebración Eucarística el lector tiene un ministerio propio, reservado a él, aunque haya otro ministro de grado superior. Al ministerio de lector conferido por el rito litúrgico, hay que darle la debida importancia. Los que han sido instituidos como lectores, si los hay, deben ejercer su función propia por lo menos los domingos y fiestas, durante la misa principal. En las Lecturas de la Palabra de Dios en la Misa, Dios habla a su pueblo, le descubre el misterio de la Redención y Salvación, y le ofrece el alimento espiritual; y el mismo Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio de los fieles. Y según la tradición, el leer estos textos no es un oficio pre­sidencial, sino ministerial. Por eso, quienes proclaman la Palabra de Dios en la Misa, han de evitar decir expresiones como: ésta es Palabra de Dios, hermanos ésta es…, o levantar en alto el leccionario o evangeliario como si fuera el libro la Palabra de Dios. Porque es el lector, el diácono o el sacerdote quienes se convierten en instrumentos de Dios, prestando su voz para que el mismo Dios y el mismo Cristo sea quien nos hable a través de ellos. Cfr. IGMR # 29, 55, 57-60 B).- Ministerio del Acolitado. El Acólito queda instituido para ayudar al Diácono y prestar su servicio al sacerdote. Es propio de él cuidar el servicio del altar, asistir al Diácono y al sacerdote en las funciones litúrgicas, principalmente en la celebración de la Misa. Las funciones litúrgicas de un acólito instituido dentro de la Celebración Eucarística son: · En la procesión, puede llevar la cruz entre dos minis­tros (los ciriales). · Durante la celebración, presentar el libro al sacerdote. · Cuando no hay diácono, terminada la oración universal, el acólito pone en el altar el corporal, el misal y prepara los dones. Cuando hay incensación, le entrega el incensario al sacerdote y lo acompaña en la incensación de las ofrendas y del altar. · En calidad de ministro extraordinario ayuda al sacerdote a distribuir la comunión a los fieles. Cuando se distribuye bajo las dos especies, él sostiene el cáliz cuando ésta se reparte por intinción. · Terminada la comunión, ayuda al sacerdote o al diácono a purificar. Cfr. IGMR # 187-193
En determinadas circunstancias especiales o por causa de necesidad, se le podrá encargar que exponga públicamente a la adoración de los fieles el Sacramento de la Sagrada Eucaristía y hacer después la reserva; pero no que bendiga el pueblo.
Octavio Rosas Figueroa
AÑO JUBILAR DE LA DIOCESIS DE CIUDAD VALLES 1960 - 2010 OBJETIVO: Del 27 de noviembre del 2009 al 27 de noviembre del 2010, la Iglesia que peregrina en la Diócesis de Ciudad Valles es convocada a celebrar con fe y gratitud sus cincuenta años de vida diocesana para crecer en la fraternidad y formar la comunidad cristiana renovando su vocación de discípulos y misioneros de Jesucristo. LEMA: “Año jubilar, año para evangelizar” “50 años de evangelización, gracias Señor”