martes, 23 de junio de 2009

CON MOTIVO DE LOS 50 AÑOS DE LA DIOCESIS DE VALLES.....¿QUE ES UN JUBILEO?

En la Biblia, según el libro del Levítico en su capítulo 25 del versículo 8 al versículo 12, Dios estableció el año jubilar: “Contarás siete semanas de años, siete veces siete años; de manera que el tiempo de las siete semanas de años vendrá a sumar cuarenta y nueve años. Entonces al séptimo mes, el diez del mes, harás resonar clamor de trompetas; en el día de la expiación haréis resonar el cuerno por toda vuestra tierra. Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra la liberación para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo; cada uno recobrará su propiedad, y cada uno volverá con su familia. Este año cincuenta será para vosotros un jubileo; no sembraréis, ni segaréis los rebrotes, ni vendimiarás la parra que ha quedado sin podar, porque es el jubileo, que será sagrado para vosotros. Comeréis lo que el campo dé.” Así, cada cincuenta años los hebreos celebraban, por orden de Dios, el año jubilar. Era como un año especial de descanso, por eso, remarca que “será para vosotros un jubileo”, es decir, un año de gozo, un año de alegría muy intenso porque se descansa, es dedica a Dios, a hacer el bien, a estar con la familia.
Este Jubileo bíblico se proclamó para ofrecer descanso, libertad y perdón. El jubileo que viene de Cristo tiene otras intensidades y otras profundidades. El antiguo se mueve más en la materialidad, el nuevo es el jubileo del Espíritu y en el Espíritu. Hoy en día, la Iglesia Católica, cada 25 años declara año jubilar a todo el mundo. El último año jubilar fue el año 2000 (2000 años del nacimiento de Cristo). El año jubilar es un año privilegiado en el que los cristianos podemos obtener el perdón de los pecados con algunas condiciones. La Iglesia nombra unas iglesias (principalmente San Pedro del Vaticano) donde se podrá ganar el jubileo, esto es, obtener indulgencia plenaria, el perdón de los pecados. Los cristianos obtendremos indulgencia plenaria si vamos a estos lugares y cumplimos las condiciones que se establezcan además de confesarse y recibir la comunión. Jubileo: tiempo de gracia que Dios nos regala, tiempo de misericordia, tiempo de gozo, tiempo de alegría porque el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres. Es, fundamentalmente, un ejercicio de acción de gracias a Dios por todo lo que hace por nosotros. Aparte del año jubilar mundial, la Iglesia puede declarar tiempo de jubileo a ciertas iglesias particulares de manera especial y concreta o de manera perpetua cada cierto tiempo. Como es un tiempo de gracia, sagrado para los cristianos, la Iglesia tiene un cuidado especial de su concesión. Por esta razón sólo hay cinco ciudades en el mundo que gozan de jubileo perpetuo: Santiago de Compostela, Caravaca de la Cruz, Santo Toribio de Liébana, Roma y Jerusalén.

EL TIEMPO ORDINARIO

Todo el tiempo del año solar que no está comprendido ni en la Pascua, con su tiempo de preparación: Cuaresma, ni en el tiempo de Navidad, con su respectivo tiempo de preparación: El Adviento, es lo que llamamos, TIEMPO ORDINARIO. Por la fecha de la Pascua, obliga a que el este tiempo sea vivido en dos partes, una anterior a Cuaresma, que no llega a ser superior a ocho semanas, y otra posterior a Pentecostés que abarca alrededor de 26 semanas, o sea 34 Domingos. Por tanto, de las 52 semanas que se forma un año solar, 34 son del Tiempo Ordinario, mientras que las 18 restantes se reparten así: 6 de Cuaresma, 7 de Pascua, 4 de Adviento, 1 de Navidad. Esto nos hace notar que el Tiempo Ordinario, no es tan ordinario, y que no significa lo “cotidiano” o “rutinario”, sino que se contrapone a los tiempos fuertes.
Este Tiempo, también llamado en latín “Per annum” (para el resto del Año), tiene una riqueza propia y unos valores interesantes que también cuentan en la vida espiritual. Quisiera acentuar tres aspectos importantes:
1. El Tiempo Ordinario responde sencillamente a la vida normal. Es bueno que después de un espacio de fiesta siga otro más sencillo. No todo el año puede ser Pascua ni "ejercicios espirituales". En los tiempos fuertes se puede decir que nos vemos "obligados a celebrar" y hay "el deber de ser felices" (feliz Navidad... feliz Pascua). Ahora celebramos nada más y nada menos: que somos cristianos, que formamos la comunidad de los salvados y vivimos la vida como continúa historia de salvación. Los domingos verdes son los días en que sólo pasa eso: que es domingo.
2. El Tiempo normal es también el tiempo de la maduración. Acabamos de celebrar el misterio central: la Pascua. Y seguramente lo hemos hecho con intensidad y acentos de fiesta. Pero ahora se nos ofrece un espacio tranquilo para ir asimilando ese misterio de Cristo. No es un tiempo estéril: la semilla da frutos en la tranquilidad. Una cosa es celebrar festivamente la Pascua y otra vivir la Pascua que es lo mismo que vivir el Evangelio en la vida de cada día, interiorizando, madurando en el misterio de Cristo.
3. Estos meses de Tiempo Ordinario nos invitan a vivir el misterio de Cristo en su totalidad. La Navidad nos hizo celebrar la Encarnación y sus primeras manifestaciones. La Pascua, el misterio de la Muerte y de la Glorificación del Señor. El Tiempo Ordinario nos va presentando pausadamente la vida, las palabras, los gestos, la persona de Cristo, y así va iluminando nuestra existencia e interpelando nuestra vida cristiana.
Por eso, llegar al tiempo ordinario es estar en el tiempo del testimonio. Yo diría que en este largo tiempo lo principal es llevar el culto fuera del culto, centrarse más en la vida hacia afuera, que en la vida hacia dentro, porque hemos de salir de nosotros y vivir prácticamente, dentro del propio ambiente de vida, el espíritu recibido en el culto para poder testimoniarlo de palabra, pero sobre todo de obra. Este tiempo, nos ayudará a profundizar y desglosar el total misterio de Cristo que en los otros tiempos fuertes es considerado intensamente cada uno de esos misterios. Vivamos con intensidad este Tiempo Litúrgico que la Iglesia nos propone, y maduremos como comunidad cristiana caminando bajo un mismo ideal. (Octavio Rosas Figueroa).