martes, 19 de mayo de 2009

jueves, 14 de mayo de 2009

CUARESMA, ¿PROPÓSITOS, MERCADOTECNIA O PENITENCIA?

Muchas y en variadas ocasiones cuando se acerca el tiempo de Cuaresma vienen a nuestra mente las palabras: sacrificio, ayuno, propósitos, caminito cuaresmal, etc. En el plano alimenticio: pescado, mariscos, romeritos, nopales, capirotada, dejar de comer carne los viernes, entre otros de acuerdo a la cultura y gastronomía de cada pueblo. Otros, piensan que la Cuaresma sólo es para beneficiar a las pescaderías y supermercados, para hacerles propaganda y su mercadotecnia funcione dejándoles grandes ganancias. Otros tantos, que es para “recortarnos” el bolsillo a quienes tenemos para lo indispensable de nuestra alimentación. Hay quienes también hacen de la cuaresma una motivación para llevar a cabo propósitos en su vida. Por ejemplo: los que en este tiempo se proponen dejar de fumar, de tomar ésta o aquella bebida, de abstenerse de ciertos gustos y placeres, etc. Algunos compran o siguen los llamados “caminitos de cuaresma” con un propósito o actividad para cada día de la cuaresma. Sin embargo, aunque pensemos de una u otra manera, la verdad es que la cuaresma es un tiempo litúrgico dentro de la Iglesia con una finalidad PENITENCIAL. Y la penitencia, - traducción latina de la palabra griega metanoia que en la Biblia significa la conversión (literalmente el cambio de espíritu) del pecador, - designa todo un conjunto de actos interiores y exteriores dirigidos a la reparación del pecado cometido, y el estado de cosas que resulta de ello para el pecador. Literalmente cambio de vida, se dice del acto del pecador que vuelve a Dios después de haber estado alejado de Él, o del incrédulo que alcanza la fe. ¿Y qué manifestaciones tiene la PENITENCIA? “La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Santos Padres insisten sobre todo en tres formas: el AYUNO, la ORACIÓN, y la CARIDAD, que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo, la intercesión de los santos y la práctica de la caridad "que cubre multitud de pecados."(cfr. 1Pe, 4,8). (Catecismo Iglesia Católica, n. 1434). De tal manera que la cuaresma no es un tiempo para complacer gustos alimenticios, ni para hacer negocio con los precios de los mariscos, ni para implementar técnicas de mercadotecnia con ella, ni para hacer propósitos externos que no están ligados a nuestra conversión, que son simples propósitos que no trascienden, quedándose en una práctica externa desligada de nuestra fe. Sino, es un tiempo privilegiado que la Iglesia nos propone para acercarnos a Dios, para avanzar en nuestro camino de conversión, si haciendo propósitos pero que nos ayuden a ir cambiando nuestra vida interior. Un tiempo para llegar “sanos y puros” a la Pascua del Señor. Vivamos la cuaresma con fe, iniciando estos cuarenta días penitenciales con las ganas y el deseo de renovar nuestra vida y nuestro corazón.
OCTAVIO ROSAS FIGUEROA

LA CELEBRACION ANUAL DE LA PASCUA Y EL TRIDUO SACRO

Al principio la Iglesia no celebró una conmemoración anual, como si se tratara de un aniversario de la Pascua (al estilo judío), sino que fieles a lo que Jesús hizo después de su resurrección en la que se aparecía a sus discípulos el primer día de la semana, o sea el actual domingo. Así los primeros cristianos adoptaron el llamado “Día del Sol” (como actualmente lo usan los anglosajones: “Sunday”) como el día para celebrar al Señor, a punto que los que abrazaban la fe fueron poco a poco dejando de celebrar el sábado (como hacen los Israelitas hasta el día de hoy) y le dieron al primer día de la semana su connotación sacra (reservado a Dios). Cuando la Iglesia fue reconocida por el nuevo imperio bajo la corona de Constantino, el primer día de la semana o el día del sol, pasó a ser “Día del Señor” dicho en latín: “Dies Domini” y de allí la traducción al español “Domingo”. Es decir, la Iglesia no celebraba una Pascua Anual, conmemorativa, sino una Pascua Semanal en recuerdo de las apariciones del resucitado. Poco a poco la idea de hacer una Pascua conmemorativa fue privilegiando el ahora llamado “Domingo de Resurrección” o “Domingo de Pascua”. Pero un día no era suficiente en el sentimiento popular por lo que se fue alargando dándole a los días precedentes un aspecto “historizante” es decir, tal cual como había sucedido en el pasado, desde el jueves hasta el Domingo... más tarde entró el domingo precedente o sea el VI de Cuaresma y recibió el titulo popular de “Domingo de Ramos” por las palmas que se bendicen con el fin de recordar la entrada mesiánica de Jesús a Jerusalén, cuya actual finalidad es “dejarnos claro que Jesús va a Jerusalén a morir en la cruz, por eso, después de la procesión con las palmas, la Iglesia nos propone escuchar la Pasión (un evangelista distinto en cada año): Jesús sube a Jerusalén para morir en la cruz. a) ¿Trío o Cuarteto Sacro? A partir del siglo IV y cada vez más por un motivo historizante e imitativo de los eventos, se formó el “Triduo Santísimo del Señor crucificado, sepultado y resucitado”. Las celebraciones litúrgicas de estos tres días, desde la tarde del jueves hasta el domingo, representan la única celebración del Misterio Pascual. Pero, tras una muy larga carrera de siglos, estas celebraciones fueron apartándose del misterio y cada vez más se concentraban en las representaciones. No fue sino hasta el Papa Pío XII que somete a la Semana Santa a una verdadera y radical purificación (1951-1955), que pocos años más tarde consagrara la Reforma Litúrgica del Vaticano II. Como ya sabemos, el día para los judíos contemporáneos a Jesús no iniciaba a la media noche, como hoy en día, sino a las 6:00 PM del día anterior. Es decir, Jesús celebra la Última Cena con sus discípulos un jueves (de nosotros) pero no de los judíos, para ellos ya era viernes. Por tanto, los días del Triduo Sacro son tres: viernes, sábado y domingo. No se celebra, por tanto, tres misterios, sino uno sólo. No se trata de tres fiestas, sino de una sola fiesta en tres partes. Es la celebración de un mismo misterio en tres facetas, pero jamás debe perderse de vista el ÚNICO MISTERIO de la Redención. b). Kronos y Kairos. Debemos tener siempre presente la centralidad del misterio Pascual de Jesucristo, es decir, su Pasión-Muerte-Resurrección. Y aunque no se pudiera haber llegado a esto, sin el nacimiento, éste está subordinado al otro: Cristo vino al mundo para salvarnos y establecer una nueva relación, una nueva creación que inicia con la resurrección. Recordemos que Cristo es 100% Dios, pero a la vez, es 100% hombre. Como Dios él pertenece a la eternidad (no tiene principio, ni fin), pero como hombre comparte nuestra historicidad (se encarnó, padeció, murió y resucitó). Jesucristo al regresar a la derecha del Padre en el Cielo introdujo en la eternidad todas sus acciones humanas, por lo tanto, todas las acciones humanas de Cristo están en un eterno presente y a este presente sólo se llega mediante las acciones litúrgicas, porque simple y sencillamente son acciones del Espíritu Santo en las cuales la Iglesia, esposa de Cristo, es amorosamente asociada. Y el tiempo que la Iglesia reconoce en el que se viven y desarrollan las acciones litúrgicas es el “kairos”, un tiempo espiral que aunque es cíclico, siempre está en un continuo ascender, impulsado por el misterio pascual del Señor. En cambio, el tiempo “cronológico” sigue siendo la consecución de segundos, minutos, horas, etc. Y aunque también es cíclico, éste no es trascendente sino que permanece sujeto al momento histórico (inmanente). c) Espiritualidad del Triduo Pascual El Triduo Sacro es la celebración o fiesta más importante del cristianismo y no hay nada más importante, simple y sencillamente porque por ella, todos hemos recibido la salvación y la razón de nuestra esperanza. Pese a que no está considerada como días de precepto, se sobre entiende que lo sea, ya que no son tres celebraciones, sino una celebración en tres partes. Pero, la celebración no debería reducirse al momento litúrgico sino a crear un “ambiente,” una espiritualidad de estos días. Tenemos que entender que el Jueves y el Viernes están en íntima relación, pues si el Señor celebró su Cena, lo hizo como anticipación de su crucifixión. Y si aceptó la voluntad del Padre de morir en la cruz, es porque lo hacía en referencia a la Redención. Por tanto, el estilo más bien dramático - de considerar cada día en lo singular – desfigura la única celebración que es el Triduo. Por eso, esta Semana Santa, disfrutémosla y llevémosla a nuestra vida, a nuestra persona. Celebremos el Triduo Pascual, participando en las celebraciones, devociones populares y actos litúrgicos viviéndolos intensamente. Unámonos con Cristo padeciendo, sufriendo, muriendo y resucitándolo junto con El a una vida nueva, una vida de gracia y plenitud. Que la penitencia cuaresmal vea su premio en los frutos pascuales en cada uno de nosotros. ¡FELICES PASCUAS! Sem. OCTAVIO ROSAS FIGUEROA.

La maternidad de María

Mayo es el mes dedicado civilmente al ser mas preciado en la Tierra: la Madre; pero religiosamente es el mes dedicado a nuestra Madre de todos los creyentes, la Virgen María. Por eso, Mayo es el mes de María, un mes en que recordamos especialmente su maternidad, y la maternidad de María es un dogma de nuestra Iglesia, es decir, una verdad que debemos creer y asimilar con nuestro entendimiento y nuestra voluntad. Fue en el Concilio de Éfeso, el año 431, cuando se estableció que la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque su Hijo, Cristo, es verdadero Dios y verdadero hombre; así es como quedó fijada la Maternidad Divina de María, no en sentido figurado, sino real y propio. El dogma establecido en ese entonces ha permanecido intacto en la tradición de la Iglesia católica y en otras confesiones cristianas, porque la Virgen María, es real y verdaderamente Madre de Dios y Madre nuestra. Podríamos afirmar que la Maternidad de María es el mayor privilegio que le concede Dios (ser su propia Madre); y de este proceden todos los demás favores marianos personales y sociales que recibe, y que nosotros recibimos a través de ella. Podríamos también preguntarnos: ¿porqué la Virgen es Madre de Dios si ella fue la mamá de Jesús? Pues la Virgen es verdadera Madre de Dios, por haber gestado y dado a luz a Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Y sobre todo, hay que tener en cuenta que este dogma esta en íntima conexión con la Encarnación de Jesucristo: "el Verbo se hizo Carne" (Jn 1,14), aunque ciertamente, estos son los grandes misterios que el hombre no alcanza a comprender dentro de los planes y designios eternos de Dios. La maternidad de María, nos invita a valorar a nuestra madre propia de cada una de nuestras familias, y a mirar hacia ella y contemplarla como nuestra Madre del Cielo, nuestra Protectora, nuestro Amparo, quien nos cuida, quien nos cubre con su manto y nos ayuda a caminar día con día nuestro peregrinar en este mundo. En este mes, celebremos a María como nuestra Madre, y a cada una de nuestras mamás al igual que a María, porque ella, es figura y modelo de todas las mamás. ¡Felicidades!
Octavio Rosas Figueroa